lunes, 3 de febrero de 2014

FIN DE LA DOCTRINA PAROT: VUELVE EL MIEDO AL DELITO


Estos días, como consecuencia de la derogación de la doctrina Parot, la sociedad española está contemplando la excarcelación de los asesinos y violadores que sembraron el pánico en los años noventa. 

Foto de la exposición "Iter criminis"
A raíz de estos acontecimientos, están apareciendo en distintos periódicos artículos    que parecen estar más orientados a generar alarma social que ha informar a la ciudadanía. Dichas publicaciones incluyen incluso "precauciones" que deben adoptar los padres de adolescentes (principalmente chicas), como por ejemplo: no dejar que entren solas en ascensores, portales o garajes. 

¿Estamos locos? Todavía recuerdo las horas que dedicaba la televisión al caso de "las niñas de Alcasser" y a otros crímenes. Lo único que se consiguió en aquellos años fue crear una generación de adolescentes asustadizos que por tener miedo al delito no saben precisamente protegerse de él. La delincuencia española ha evolucionado mucho desde los años 90, así como las formas de combatirla. Ahora es más fácil pedir ayuda (antes no había móviles), existen protocolos de intervención (como en casos de malos tratos o acoso escolar) y los Cuerpos de seguridad están cada día mejor formados.

El hecho de promover el miedo al delito desde la política y los medios de comunicación puede tener graves consecuencias en el día a día de los ciudadanos. Es una cuestión muy estudiada en Criminología y se habla incluso de personas "victimadas" solo por el miedo a ser víctimas de un crimen.


Por lo general no se producen las actividades delictivas en los lugares que son percibidos como peligrosos por el ciudadano medio. El hecho de percibir un lugar como peligroso depende de la persona y de las características ambientales del lugar en cuestión. Hay una serie de características que hacen percibir un lugar como peligroso: el deterioro ambiental, los rasgos de misterio, la nocturnidad y la escasez de rutas de escape.


El miedo al delito altera notablemente el estilo de vida de las personas, sobre todo, porque provoca conductas de evitación, limitando las actividades de los sujetos. La evitación trae consigo un mayor grado de aislamiento, y con ello una disminución del apoyo social. 


Bibliografía:

LAGUNA HERRERA, S; Manual de Victimología, ediciones Universidad de Salamanca, 2012.

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