A parte de las terribles consecuencias
que sufre la víctima en vida, después de su muerte sus herederos se
pueden encontrar con testamentos que no respetan las legítimas o con
que directamente han desaparecido todos los bienes.
Si buscamos en Internet jurisprudencia
sobre impugnación de testamentos, observamos un gran número de
sentencias en las cuales el motivo de la solicitud de nulidad es la
falta de capacidad del testador.
Esto presenta los siguientes problemas:
en primer lugar, el Notario ha de comprobar en el momento del
testamento que el testador esté en plenas facultades mentales, e
incluso puede solicitar la intervención de un facultativo. La fe
pública notarial es muy difícil de desvirtuar, aunque legalmente
existe una presunción iuris tantum, es decir, cabe prueba en
contra.
En segundo lugar, se presenta el
problema de acreditar que el testador no estaba en pleno uso de sus
facultades. En casi todos los casos la enfermedad diagnosticada al
testador es el Alzhéimer. Aunque se presenten informes médicos de
la época del testamento, no se puede saber con certeza si el
testador firmó el testamento en un momento de “lucidez” o si sus
facultades estaban afectadas por la enfermedad. En los casos en los
que la enfermedad esté muy avanzada, suele figurar en los propios
informes médicos que el paciente no puede realizar ningún acto
administrativo.
En tercer lugar, si el delincuente ha
robado al anciano bienes antes de su fallecimiento. Nos encontramos
con la misión casi imposible de rastrear dichos bienes y recuperarlos.
Si se encuentra ante una situación de
esta naturaleza, le recomiendo la lectura del siguiente artículo:
http://blogs.elcorreogallego.es/letrada/2013/06/05/la-accion-de-nulidad-de-un-testamento
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